A petición del buen anfitrión de animados debates sobre nuestra actualidad, Raul Burillo Pacheco, vuelvo a reproducir un comentario mío con mi visión sobre el "fenómeno" Ciudadanos. Empiezo a continuación:
Albert Rivera quiere imitar el liberalismo centroeuropeo, el problema es que España no es el centro de Europa. Aquí apenas existe industria, y el movimiento de mercancías se hace muy complejo con relación al centro de Europa, que es mucho más fácil por su orografía. La estructura social también es mucho más compleja en España que en el centro de Europa, precisamente por la orografía española. Cada región tiene sus propias costumbres y forma de entender la realidad. Muchos de los países centroeuropeos que se presumen liberales no abarcan prácticamente el volumen de población y territorio de muchas provincias españolas, y eso hace que su gestión pública, económica y social pueda ser mucho más sencilla e inmediata que en las diferentes regiones españolas.
Por lo tanto, el liberalismo centroeuropeo no es tan fácil de aplicar en España como en los países del centro de Europa, precisamente por la complejidad que entraña un país como España, esperando que dé los mismos resultados que en el centro de Europa. Luego está la naturaleza del propio liberalismo centroeuropeo en sí. El liberalismo centroeuropeo aboga, por definición, a la atracción de enormes recursos extranjeros gracias a las tremendas ventajas fiscales implantadas en sus países. Eso tiene dos efectos. Uno, a pesar de que su imposición fiscal pasa de lo ridícula a lo obscena por CASI inexistente, si se compara la cantidad de capital extranjero atraído con la población total del respectivo país, el resultado final queda en una renta per cápita de las más altas de Europa y del mundo. Eso es imposible de implementar en España, ni aunque nos convirtamos en paraíso fiscal. Y dos, el segundo efecto, es que esos enormes capitales extranjeros no salen de la nada, a pesar de que el dinero se crea del aire. Los capitales atraídos provienen de la extracción de los recursos de los países empobrecidos. Es obvio, para que unos pocos tengan muchísimo, la mayoría de la población mundial debe subsistir con muy poco. Por lo tanto, por definición de liberalismo, o al menos como el liberalismo fue definido por Adam Smith, se entiende que es la forma de vida que consiste en extraerle los recursos a la mayoría de la sociedad para acumularlos de manera individual y privada.
No en vano, la gran coalición política y económica europea no la forman tan sólo el equivalente al PP y al PSOE europeos, la forman en realidad el PP europeo, el PSOE europeo, y los liberales europeos. Y votan en bloque a favor de medidas tan conocidas como el TTIP, la negativa a abrir comisión de investigación a Juncker por su política fiscal tan desleal con los demás países miembros de Europa, la negativa a acabar con la austeridad de los países del sur que está refinanciando sus bancos, etc, etc, y todo ello cargado a las espaldas de los ciudadanos contribuyentes de Europa, tanto los empleados por cuenta ajena como los autónomos y pymes. A mi lo que me da la impresión es que muchas personas de las aquí presentes creen que liberalismo es lo mismo que libertad económica, y eso es del todo incorrecto.
El liberalismo surgió de la clase aristocrática (burguesa) para arrebatar el poder político, financiero, económico y fiscal a los reyes absolutos, por eso se llama "liberalismo". Pero no es nada más que eso, una guerra de clases, de clases altas. Tomar un ideario y creerlo a pies juntillas porque creemos que somos mercaderes en igualdad de condiciones y en la misma medida que los mercaderes que financian y dirigen el poder político, y que controlan el poder financiero, es cuanto menos, poco realista e insensato. Y confiar en que unas medidas que supuestamente benefician y simplifican la libertad de comercio o de compra-venta, es de tener poca idea de qué es lo que realmente nos puede beneficiar como personas individuales y como sociedad, y mucha menos idea de lo que beneficia a los mercaderes de los de miles de millones de patrimonio. En definitiva, la derecha autoritaria y corrupta, la socialdemocracia y el liberalismo, persiguen lo mismo. La extracción de los recursos de otros, y el riesgo cero, o que paguen los asalariados mejor dicho.
Repuesta de Isidro Padilla.
J M Perz Gnlz Creo que lo has explicado muy bien para que todo profano lo pueda entender a la primera, lo cual es de agradecer por su calidad y contenido didáctico.
Efectivamente, muchas de las personas aquí presentes creen que el liberalismo es lo mismo a libertad económica y no tienen en cuenta que el liberalismo (A mí me gusta llamarlo neoliberalismo porque lo que tenemos hoy día en Occidente no es más que una degradación burda y chapucera del liberalismo de Adam Smith que encaja muy mal en un mundo industrializado y globalizado como es el actual). El liberalismo nació, como tú dices, para que la burguesía aristocrática pudiera arrebatar el poder político, financiero, económico y fiscal a las monarquías absolutistas. Los tiempos han cambiado mucho y por eso el liberalismo encaja tan mal en el mundo globalizado actual y si hablamos del neoliberalismo, el desaguisado es total. Las mercaderías en igualdad de condiciones no existen en este mundo globalizado dominado por los monopolios, oligopolios y el soborno a los políticos.
Es más que evidente que la derecha autoritaria y corrupta, la socialdemocracia y el liberalismo persiguen el mismo objetivo. La explotación de los recursos de otros con riesgo cero, o lo que es lo mismo, el riesgo a cargo de la población, especialmente a cargo de los asalariados.
Dicho lo anterior, yo voy a complicarlo un poco con este comentario sin pretender corregir ni una sola coma de lo que tú has escrito. Lo que está haciendo Albert Rivera y su equipo no es más que lo que Antonio Gramsci llamó la “revolución pasiva”.
Para entender bien lo que está ocurriendo hay que detenerse y asimilar el concepto de hegemonía cultural de Gramsci y toda su aportación a la obra de Carlos Marx.
El 15M y el nacimiento de Podemos, cosa que no esperaba el grupo dominante, ha roto el consenso y ha hecho estallar en mil pedazos la hegemonía cultural y el pensamiento único reinante durante toda la Transición, produciendo una gran crisis orgánica. El gran riesgo para el grupo dominante es que la hegemonía cultural puede cambiar de dueño y de signo. Pero como ya enunció Gramsci, el capitalismo tiene un arma poderosa para estas situaciones: la revolución pasiva. El poder hegemónico es consciente de que han llegado demasiado lejos comprometiendo la credibilidad de la derecha autoritaria, de la socialdemocracia y del neoliberalismo. El saqueo, la corrupción y la coerción que impone la derecha autoritaria hunde la hegemonía y el pensamiento único, es decir, al grupo dominante.
Ante tan grave situación, la solución para recuperar la credibilidad es la revolución pasiva, pero esta regeneración ya no la puede hacer el bipartidismo (o mejor dicho el estado de partidos), han perdido la credibilidad y les ha abandonado una importantísima parte de su electorado. Llegados a este punto, y en vista del éxito que está teniendo Podemos, como o partido emergente, con posibilidades de arrebatarles la hegemonía, rápidamente promocionaron otro partido emergente equivalente a la derecha autoritaria. Ese es Ciudadanos, la marca blanca del PP, cuya misión es llevar a cabo la revolución pasiva, apuntalando el bipartidismo moribundo y desestabilizando a Podemos con sus infamias y sus emotivos mensajes patrióticos.
Pero se da la paradoja de que el consenso político acordado para iniciar la Transición acabó con la libertad de pensamiento, lo que ha despojado a España, en estos 38 años, de buenas cabezas pensantes, de estadistas y de líderes en general. Los políticos que iniciaron la Transición como IU y PSOE ha sido alienados por el grupo dominante (derecha autoritaria y grandes empresas) y los han convertidos en corruptos al servició del poder financiero. Los nuevos políticos, en su mayoría, carecen de cerebro propio: son bufones, charlatanes de feria que venden lo que les dice el grupo dominante. En esa encrucijada nos encontramos ahora. Este no es un problema solo de España, esto afecta a toda Europa del Sur, lo que ocurre es que España arrastra la huella del franquismo, que es muy profunda y muy difícil de borrar, como se ha puesto de manifiesto.
Así que para no alargarme más, Albert Rivera es eso, el ultraderechista camuflado elegido por el grupo dominante para llevar a cabo la revolución pasiva que rearme de nuevo el neoliberalismo salvaje que reina en España y en buen grado también en Europa. El nunca hablará de revolución pasiva, lo que si escupe sin parar es que él es el mesías que acabará con la corrupción, el que viene impuesto casi por mandato divino para regenerar la vida política. Queda mucho mejor vender regeneración democrática que revolución pasiva y eso es lo que vende. Pero mi respuesta es la que siempre le he dado: las mafias no se regeneran, se destruyen. En España nos han gobernado durante 38 años mafias. ¡A otro perro con ese hueso Albert rivera!
Información de interés:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=40194
http://agarzon.net/la-revolucion-pasiva-que-padecemos/